Como todos los años, el último miércoles de abril se conmemora el Día Internacional de Conciencia Sobre el Ruido (INAD por sus siglas en inglés). Establecida ya hace 25 años por el Center of Hearing and Communication (CHC) [1], esta fecha siempre es una oportunidad para repensar la relación del ruido con nuestro mundo: cómo lo definimos, cuáles son sus efectos en todos los seres vivos y de qué forma podemos disminuir la contaminación sonora. A su vez, este año se ha establecido como el Año Internacional del Sonido (IYS: International Year of Sound), buscando un enfoque global sobre cómo el sonido se interrelaciona con los variados aspectos de nuestra vida [2].

Aun cuando todas las actividades programadas fueron pospuestas debido a la situación particular de emergencia por la pandemia que estamos atravesando, este mismo suceso nos posibilitó una experiencia interesante a gran escala para apreciar la relevancia de nuestro movimiento habitual, lo que éste genera en los niveles sonoros y la modificación del paisaje sonoro (soundscape) en el que estamos insertos.

UNA NUEVA EXPERIENCIA ACÚSTICA

La búsqueda por la conciencia sobre el ruido no implica la búsqueda del silencio absoluto ni la perturbadora tranquilidad de una situación de pandemia mundial. La intención es entender hasta qué punto ciertos niveles y conductas pueden afectar de formas negativas y constituir un daño a corto, mediano y -principalmente- largo plazo a nuestra salud. Es importante la distinción entre ruidos hechos por el hombre -o por sus máquinas- y ruidos presentes en la propia naturaleza.

A su vez, utilizando los conceptos de M. Schafer, podríamos decir que tuvimos la posibilidad de apreciar forzadamente en nuestra propias ciudades la distinción entre un paisaje sonoro hi-fi y low-fi [3,4]. Es decir, pudimos escuchar fácilmente eventos particulares de poca energía (por ej. el canto de un pájaro) al disminuir el ruido de fondo, cuando antes éstos quedaban enmascarados por el tránsito vehicular, ferroviario, aéreo o bien por fuentes puntuales contaminantes (generadores eléctricos, torres de refrigeración, etc).

NUESTRAS CIUDADES

El problema de la contaminación sonora es multidimensional y afecta en forma distinta a diferentes zonas de una misma ciudad. Es crucial entender que la inmisión de nivel sonoro a la cual estamos expuestos y el tipo de paisaje sonoro que habitamos es un indicador claro de entramados socio-económicos y culturales. Aun cuando en la mayoría de las ciudades -principalmente en nuestro continente- los niveles sonoros son altos por sí mismos y es ineludible disminuirlos, esto no quita poder tener una visión más amplia del problema.

En esa dirección, la condición sonora; más allá de los niveles específicos medidos, es una cuestión no sólo numérica sino también comparativa. Existe una diferencia clara entre el ambiente sonoro experimentado en avenidas con un gran caudal de tránsito y mucho espacio libre, respecto al que se vive en pequeñas calles circundadas por edificios altos en donde sólo es posible caminar o andar en bicicleta [4]. A su vez, acústicamente es muy distinta la instalación de una rotonda vehicular constituida solo por un pequeño espacio de cemento intermedio, a una plazoleta que agregue algún tipo espacio verde y modifique nuestro entorno visual y sonoro, llenándolo de voces, sonidos naturales o intervenciones especiales [4,5].

MAYOR CONCIENCIA

Ojalá esta experiencia a gran escala, una especie de laboratorio a cielo abierto, nos sirva para poder revalorizar la contaminación acústica como tema de debate y discusión dentro de cada una de nuestras comunidades. Es de esperar que hayamos generado mayor conciencia, que no olvidemos aquellos aspectos positivos obtenidos de reducir el ruido y que exijamos planificaciones del espacio urbano que incluyan esta problemática dentro de su análisis.

Esteban Zanardi
Ing. De Sonido – UNTREF
Depto. Ingeniería Acústica – Decibel Sudamericana S.A.

[1] https://chchearing.org/noise/day/

[2] https://sound2020.org/event/international-noise-awareness-day/

[3] Jonathan Sterne, “Soundscape, Landscape, Escape,” in Soundscapes of the Urban Past. Bielefeld, Alemania, 2013, p. 187.

[4] Trevor Cox, The Sound Book – The Science of the Sonic Wonders of the World, First American ed. Nueva York: W.W. Norton & Company, Inc , 2014, p,223-254.

[5] David Hendy, Noise – A Human History of Sound & Listening. London, Great Britain: Profile Books LTD, 2013, p.330.

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